QUE EL LETRISTA NO SE OLVIDE
Marcó un antes y un después en materia de selecciones nacionales, profesionalizando cada área en todas las categorías donde la camiseta celeste se hiciera presente, a través de un plan que se pudo sostener y mejorar tras estar quince años como director técnico de Uruguay, reconocido por todo el mundo del fútbol. Óscar Washington Tabárez se fue en silencio, tal cual es su estilo, pero dejando una huella a prueba de todos.
Uruguay estará presente en el Mundial de Catar a disputarse sobre el fin de este año, después de jugar las últimas cuatro fechas de las eliminatorias, en las que obtuvo los doce puntos en juego. Óscar Washington Tabárez ya no estaba como entrenador del seleccionado celeste, donde pasó los últimos quince años de manera ininterrumpida. Fue destituido en noviembre al caer en la altura de Bolivia ante los locales, con Brasil y por dos veces (en un mes) ante Argentina. El Ejecutivo que está al mando de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) tomó la decisión entendiendo que peligraba la clasificación.
Al frente pasó a estar –ya en enero de 2022– Diego elTornado Alonso, quien logró los puntos ante Paraguay, Venezuela, Perú y Chile, los que no clasificaron a la máxima cita. El único con chance es el seleccionado incaico que va a disputar una repesca en junio. En el Mundial, Uruguay integrará el Grupo H, junto a Portugal, Ghana y Corea del Sur. Rivales conocidos en la era del Maestro.
El Tornado, al ser designado y luego de pasar por el covid-19, se puso al frente y rápidamente comenzó su trabajo para imponer su estilo a un plantel que cuenta en su mayoría con un largo recorrido en la Selección. Trazando el ya conocido paralelismo con el automovilismo (Alonsoneta), digamos que Diego subió al vehículo para conducirlo de gran forma y con rapidez. Y acá surge la primera pregunta: ¿a qué clase de nave se subió Diego?
El principio para un fin
Con apenas 21 años asomó en Sud América como volante, el viejo centrojás, pero al poco tiempo lo pasaron a la zaga para hacer una buena campaña con los buzones, que se salvaron del descenso. Todavía estudiaba Magisterio y asomaba como una voz distinta en ese ambiente, como un ave rara, necesitaba tiempo: “Porque así puedo dedicarlo a los dos exámenes que me faltan para salvarlos con buenas notas. Y los voy a salvar. Porque quiero terminar pronto mi carrera. Anhelo estar en un aula. Enseñando. Es lo que siento más hondamente”. Estas palabras de Óscar Washington Tabárez son de 1968, recogidas por la prensa de entonces. Por aquellos años no dudaba de sus convicciones, si hubiera tenido que elegir entre el fútbol y los estudios: “El profesorado. Aunque el fútbol es mi pasión, elegiría el profesorado”.
Fue jugador y maestro. Luego entrenador, historia conocida. Pocos recuerdan que con bastante menos de cuarenta años fue campeón con Uruguay en el Panamericano de Caracas (1983), venciendo en la final nada menos que a Brasil. Poco tiempo después sorprendió a toda América al ganar la Copa Libertadores con un joven equipo de Peñarol (1987). Rápidamente tuvo su primer paso por la Selección uruguaya que derivó en el Mundial de 1990, donde se ganó un partido ante Corea del Sur en la hora, para clasificar como mejores terceros. Sí, una modalidad extraña ya en desuso. Para que el joven lector se haga una idea: Uruguay no ganaba un partido en un Mundial desde... 1970.
Después de aquel Mundial de México y el fútbol de Pelé, comenzó una época inestable: muchos recuerdan la despedida en el viejo aeropuerto de Carrasco para el Mundial de 1974, y la historia nos bajó a la realidad: ya entonces no se podía improvisar. El regreso fue sin victorias, y apenas con un gol. Uruguay no clasificó a las siguientes dos ediciones, 1978 (en Argentina) y 1982 (España). ¿Era tan fácil ir a los mundiales? Con la conducción de Omar Borrás, Uruguay se hizo presente en 1986 y con Tabárez en el referido 1990. No aprendimos la lección, ya que en 1994 y 1998 lo vimos por televisión. La desorganización reinaba en la Selección, nombrando técnicos, dirigentes y jugadores a cada rato, con enfrentamientos, posiciones y jugadores que hasta renunciaban a ponerse la camiseta de la Selección. ¿Usted lo recuerda? Casos como el de Ancheta en el 74 (y con un entrenador en las Eliminatorias y otro en el Mundial), la goleada de Dinamarca en el 86 (y la expulsión record de José Alberto Batista ante Escocia a los 56 segundos), la renuncia de los repatriados y el affaire con Luis Cubilla fueron los más recordados. La gloria de Maracaná quedaba cada vez más lejos.
Corea-Japón 2002 fue solo un breve recuerdo, amargo. El Mundial de Alemania en 2006 sería la última vez que Uruguay faltaría a la máxima cita: “La Selección uruguaya salía de un proceso traumático. Aún resonaban en el ambiente las dificultades del famoso viaje de Uruguay a Sídney para enfrentar a Australia por un lugar en el Mundial de Alemania 2006. La Celeste quedó afuera por penales. Y se desencadenó la furia. Se elevaron voces contra los dirigentes, las instalaciones de la concentración del Complejo Celeste, los pasajes de avión que remitía la AUF a los jugadores para que viajaran desde Europa en clase turista, entre otras cosas”, escribía el periodista Jorge Señorans hace un año en el portal de ESPN.
Fue en estas condiciones que el 8 de marzo de 2006 asumió Tabárez como entrenador de la Selección. Era inminente jugar dos amistosos ante Irlanda del Norte y Rumania, por lo que no había mucho tiempo, y la realidad chocaba nuevamente con lo impensado: en las oficinas de la AUF no había una agenda con los teléfonos de los futbolistas. A esto se sumaba la dificultad para ponerse en contacto con ellos, todo era improvisación y esmero. “La primera práctica fue muy particular porque éramos pocos y recuerdo que llegaron a meterse hinchas para hacer el táctico. Sí, como algunos compañeros llegaban muy sobre la fecha, se les pidió a algunos hinchas que dieran una mano”, reveló el zaguero Andrés Scotti en el libro Maestro, el legado de Tabárez* (de Jorge Señorans y Luis Inzaurralde). ¿A qué nave se había subido el Maestro?
La recompensa es el camino
Una vez en el cargo, Tabárez encaró un primer borrador de su proyecto madre: “Institucionalización de los procesos de las selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”, que fuera renovado cuatro años más tarde y que incluía el trabajo de los combinados juveniles. “El proyecto denominado ‘Institucionalización de los procesos de las selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas’ incluye un diagnóstico, la fijación de objetivos a nivel nacional, un calendario y hasta acciones sobre estrategia del juego y formación de jugadores. Sobre este último punto se dice lo siguiente: ‘Se atenderá su desarrollo intelectual, apoyando su vinculación al universo cultural (a través de sus estudios curriculares y de otras actividades que incidan positivamente en su formación personal y, eventualmente, profesional)’”.**
Como todo plan, este tiene su planteamiento y un desarrollo que se va corrigiendo en el camino. Por ejemplo, en un principio se estableció jugar con un sistema basado en un 1-4-3-3 que, con base en resultados y rendimientos, se fue corrigiendo en otras figuras tácticas adaptadas a las circunstancias. Una primera lectura rápida da como base de la era Tabárez a tres grandes jugadores: Diego Forlán, Luis Suárez y EdinsonCavani, una manera de simplificar lo que se pudo haber conseguido. Pero talentos de esa talla Uruguay tuvo siempre a lo largo de los años, no hace falta enumerar la calidad y cantidad de jugadores.
Las eliminatorias para Uruguay vinieron en un kit con una calculadora científica, y más en ese primer momento en el que era necesario volver a clasificar para lo que sería la disputa del primer Mundial en tierras africanas: Sudáfrica 2010. Un camino sinuoso, difícil, en el cual la continuidad del técnico estuvo en duda en varios momentos, como cuando la derrota en Lima ante Perú, que marchaba por entonces último en la clasificación.
Igualmente, Tabárez de a poco iba armando una base sólida y silenciosa después de la Copa América en Venezuela, con Diego Lugano como capitán, Diego Forlán como estandarte futbolístico, y el apoyo de Diego Scotti, Jorge Fucile, Maximiliano Pereira, Diego Pérez, Sebastián Abreu y Diego Godín. Así se llegó a la repesca ante Costa Rica y sobrevolaron los fantasmas de cuatro años atrás ante Australia, en una serie que terminó más sufrida que como empezó. El técnico de la Selección aprovechó su experiencia y cambió sustantivamente la preparación previa al Mundial, con menos partidos amistosos para facilitar la mejor forma física a los jugadores. La Selección ya había vuelto a ser de la gente y existía otra organización en su entorno; la nave ya tenía base.
No había consenso en la continuidad de Tabárez en los momentos previos al comienzo, y menos cuando Uruguay empató sin goles ante Francia, terminando con un jugador menos por la expulsión de Lodeiro. Aquí se produce un punto de quiebre importante en el equipo: de jugar con un 1-3-5-2 ante los galos, para el siguiente partido –nada menos que ante el local, Sudáfrica– Tabárez vuelve a los cuatro hombres en defensa, tres volantes, a los que se sumaba Diego Forlán, y dos delanteros: Luis Suárez y EdinsonCavani. El resto es historia conocida, surgió ese romance entre el que sería uno de los goleadores del Mundial y la novel pelota con la que se disputó, la Jabulani. Después el idilio y la esperanza puesta en un grupo que comenzó a tomar nombre y apellido en cada jugador por mucho tiempo, y que derivó en un público que apoya a la Celeste hasta el día de hoy, un público que no es básicamente el del fútbol local. Los goles de Diego, de Luis y el partido con Ghana, el cuarto puesto y un recibimiento en el regreso como hacía décadas no se veía. Todo el país tenía el cielo de un solo color; Uruguay había recuperado mística y sentido de pertenencia; respeto a nivel internacional. Y se comenzó a saber que el camino es la recompensa.
Puntos altos
Ese respeto se tradujo en buenos números para la AUF, todos querían jugar con Uruguay. Incluso se recibió a Holanda en nuestro Estadio Centenario para un partido amistoso. Sin embargo, el foco estaba puesto en el siguiente objetivo deportivo: la Copa América de 2011 en Argentina, y cada vez que se juega en el vecino país es una ocasión especial para Uruguay, que supo ganarla en esas tierras más de una vez.
No vamos a rememorar partido a partido el ciclo del Maestro, pero sí recalcaremos los puntos vitales. No hablamos de un equipo que con brillo y sin sufrimiento ganara cada encuentro, lo sabemos todos en esta historia reciente. Pero estaba el trabajo, la seriedad y el profesionalismo en cada paso de la Selección. Y Uruguay volvió a vencer a Argentina en su propio país, con mucho amor propio y en una fecha muy especial, 16 de julio. La final en el Estadio Monumental de Buenos Aires ante Paraguay fue testigo de una de las mayores peregrinaciones de uruguayos en otro país. ¡Uruguay Campeón! Ya el proceso, renovado y corregido, daba sus frutos también a nivel juvenil, asistiendo y compitiendo en todas las categorías (sub 15, sub 17 y sub 20) a las máximas citas con un padrón de conducta renovado, lejos de aquellas que nos dieran hasta cierto grado de pudor una guapeza y rebeldía malentendidas. El 2011 fue un año redondo, incluso se logró, después de 84 años, clasificar a los Juegos Olímpicos (Londres 2012).
Por ser el rey de América, Uruguay disputó la Copa Confederaciones midiéndose con los mejores, a la vez que nuevamente sufría para clasificar al Mundial de Brasil 2014. La calculadora se seguía usando. Al ser los norteños los anfitriones, existían más posibilidades de clasificar, aun así se sufrió jugando una nueva repesca, esta vez ante Jordania. Muy pocas veces resultó sencillo. Una cita mundialista que, si bien no fue de las mejores, dejó victorias ante dos gigantes como Inglaterra e Italia, y lo que puede ser la única mancha desde el punto de vista disciplinario con la fatídica mordida de Luis Suárez al italiano Giorgio Chiellini que lo dejó fuera de la competencia. No fue un hecho menor, al 9 uruguayo se lo trató poco más que de delincuente por parte de la FIFA, lo que llevó a que Óscar Tabárez renunciara a su puesto en la Comisión de Estrategia del máximo órgano de la pelota. Su renuncia ejemplarizó más que la propia federación, que al poco tiempo se vería sacudida en medio de un escándalo de corrupción.
Las dificultades para Tabárez comenzaron a mermar su condición física, pero no el temple para hacer frente a las situaciones, apuntalado por sus colaboradores, Celso Otero y Mario Rebollo. Tal vez una de las mayores muestras de respeto en este sentido se llevó a cabo en el Estadio Roberto Meléndez de Barranquilla cuando, nada menos que por las eliminatorias, Tabárez subió las escaleras que dan paso al campo de juego munido de muletas que lo ayudaban a caminar, bajo un espontáneo aplauso del público colombiano. El mismo respeto que generaron muchas de sus conferencias de prensa en el exterior. Increíblemente, esa fase clasificatoria fue de las más sencillas para la Selección uruguaya, que llegó a Rusia 2018 con un recambio generacional iniciado, logrando el quinto puesto: mejor posición sudamericana en el torneo y eliminada a manos del campeón, Francia.
Ciertos y variados sectores de opinión comenzaron a plantear a la opinión pública la idea de que las exigencias hacia el seleccionado deberían ser mayores, poco más que clasificar es una obligación, obviando buena parte de la historia reciente. Es cierto que el ciclo tuvo sus puntos flacos –que acontece en cualquier ciclo–, como la actuación en las siguientes ediciones del torneo continental sudamericano, o la expectativa en torno a los Juegos Olímpicos de 2012. El presente no era el más alentador, pero no era muy distinto de otras tormentas del pasado que se supieron sortear con dignidad en el ciclo de Tabárez. Por todo esto –como dice la canción de Jaime Roos y Raúl Castro con la notable interpretación del Canario Luna–, “que el letrista no se olvide”.
Capítulo aparte merece la transformación del Complejo Celeste, de lo que era a lo que es; en cada detalle estuvo el Maestro Tabárez para sorprender a sus jugadores con algo nuevo cada vez que eran citados. Se fue construyendo historia, cimentando una base intangible pero totalmente demostrable, para que hoy la estructura de la Selección uruguaya vaya más allá de los nombres.
No solo por esto Tabárez es un hombre récord: tiene más de 220 partidos al frente del seleccionado, siendo único en el mundo, durante más de quince años. En Argentina pasaron nueve seleccionadores, seis en Brasil, nueve en Colombia, completando 77 entre todos los países sudamericanos mientras él estuvo al frente. Hoy la nave está pronta, lista para ser piloteada. Tabárez se fue sin estridencias ni gritos.
“Y no vayas a olvidarte que en lugar de tanto verso
cuántas veces el silencio, es la voz de la verdad”.
*https://www.espn.com.uy/futbol/uruguay/nota/_/id/8668171/maestro-tabarez-era-ciclo-seleccion-uruguay-debut-irlanda-del-norte-2006
**Nuestro tiempo, Nº 6, Prof. Ricardo Piñeyrúa, pág. 15.