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La imagen del recambio, por Enzo Olivera desde Turín




RODRIGO BENTANCUR: EL CAMINO DEL SACRIFICIO

 

Nunca jugó en la Primera División de Uruguay. No le dieron el sí en Peñarol. Saltó desde Nueva Helvecia a Argentina. Debutó en Boca Juniors con diecisiete años y le marcó un gol a River en el clásico de siempre. A los dos años su pase fue adquirido por la Juventus en 9,5 millones de euros. Tan frenética como intensa, la vida del gurí que la remaba en los clubes Artesano y Lucerna hoy cambió por las luces del Allianz Stadium de Turín.

Túnel mano a mano con el Lolo Bentancur en Italia. “En casa me dicen así, porque mi hermano no podía pronunciar Rodrigo y me decía ‘Loligo’, quedé como el Lolo”. Pueden pasar mil años, mis camisetas, mil estadios, pero sigue siendo el Lolo, el coloniense, el que hoy es una de las caras nuevas del recambio de una Celeste que apunta al Mundial Rusia 2018.

 

È ilgiocatore con più futuro della squadra!”, nos dice un tifosi frente al estadio que esa noche albergará a 45 mil juventinos. Es la previa del duelo por Champions League entre la VecchiaSignora y el Barcelona. Grupo D. La Juventus forma con: Buffon, De Sciglio, Barzagli, Chiellini, Álex Sandro; Pjanic, Matuidi, Cuadrado, Dybala; Mandzukic e Higuaín. MassimilianoAllegri se guardó al Lolo para el recambio. En Barcelona ya lo había puesto como titular. Hoy lo guardó para el minuto 62.

“Partido correcto. Claro en la entrega e incansable en la marca”, opinó sobre el uruguayo el matutino La GazzettaDello Sport. Fue un empate 0-0 entre bianconeros y blaugranas. Empate que terminó con ambos equipos –Bentancur y Suárez– clasificados a octavos de final. Cubrimos el juego. Luego, por la noche dimos un paseo por la bohemia turinesa: Piazza San Carlo. bares como La Drogheria, Bicerin, Savoia, en donde fueron clientes Nietzsche, Dumas, Gramsci y Bardot. Pero aunque el arte de Modigliani llame, el periodismo obliga. Muy temprano estamos en el centro de Turín. Desde ahí a Vinovo hay trece kilómetros. Nos dicen que vayamos a la Termini Porta Susa Stazioni. Tomamos el tren SFM con dirección Pinerolo. Tres paradas. Bajamos en el pueblo de Nichelino. Ahí no hay nada. A lo lejos, siempre hay una cantina. “¡A la sinistra! ¡35N!” Nos grita el dueño del boliche. Tomamos ese bus que tras diez minutos de recorrido entre los campos del norte de Italia nos deja en el pueblo de Vinovo. Hay que caminar cinco minutos por Vía Vinovo para llegar a uno de los centros de entrenamientos más modernos de Europa.

“¿Enzo Olivera? ¿Giornalistauruguaiano?”… Asentimos con la cabeza y nos viene a buscar Gabriella, la jefa de Stampa de la Juventus. Impresiona entrar a la sala de entrevistas del club y ver cientos de copas y fotos de Zidane, Del Piero, Trezeguet, Deschamps y –como siempre– uruguayos… Zalayeta, Montero, Fonseca, Cáceres, O’Neill… Y uno más actual. Uno que no está pegado en la paredes sino que viene caminando hacia nosotros, con la campera oficial del club y una sonrisa que evidencia el presente que vive… y el futuro insospechado que puede tener. Es el número 30 de la Juventus, es Bentancur.

 

¿Cómo es estar en la Juventus?

La verdad es que es increíble. Es un honor increíble poder estar acá. Parece que hace mucho tiempo que estoy, porque no me ha costado mucho la adaptación, pero lo cierto es que sólo hace cuatro meses que llegué. Ha sido poco, pero me acostumbré muy rápido, me acoplé muy bien y estoy muy contento de poder representar este equipo como un uruguayo en la Juve.

 

Cuando estabas en Nueva Helvecia, jugando con los gurises del barrio… ¿Pensaste estar aquí ahora?

El sueño siempre estuvo, desde que era chico. Pero yo siempre supe que esto del fútbol es para privilegiados, para los que mueren por lograrlo. Yo lo hice, me esforcé mucho. Pero si digo la verdad, llegar tan rápido a un equipo europeo como la Juve, de la primera línea, nunca se me pasó por la cabeza. Por ahí me imaginé un camino mucho más largo. Soy un agradecido a las personas que han confiado en mí, en mi talento. Lo único que quiero es devolver toda la confianza con fútbol, goles y títulos.

 

¿Qué le podés decir a los gurises del interior del país, los de Nueva Helvecia, los del barrio, los que te ven como ejemplo? ¿Qué receta les podés dar?

No sé si receta. Porque el camino es uno sacrificio. Dejar muchas cosas de lado. La fiesta, la noche, amistades. Todo por el fútbol. Esa es la receta. Tener mucha voluntad, mucha actitud. La verdad es que ya el cambio de irme de Nueva Helvecia a Argentina fue tremendo. De pasar de un pueblo de quince mil personas a un país como Argentina… Una ciudad como Buenos Aires, es tremendo. Eso te golpea en el día a día. De la tranquilidad a la locura.

 

Te adaptaste rápido…

Nunca me costó la adaptación. Fui muy fuerte. Nunca extrañé tanto como para irme de vuelta a casa. Sabía que ese sacrificio, de dejar a mis viejos, tenía que hacerlo para lograr el éxito. Nunca me costó llevarme bien con la gente, los argentinos me arroparon muy bien y eso me ayudó mucho en los entrenamientos y concentraciones.

 

Fuiste un bostero más…

Y sí, en Boca me aceptaron muy bien, como uno más del grupo. Nunca sentí diferencias. El tiempo se me pasó volando ahí, cuando me quise acordar miré hacia atrás y ya habían pasado casi siete años desde mi llegada a Argentina y tengo la chance de estar ahora aquí.

 

¿Qué entrenador te marcó en Boca?

Sin duda el primero, en Primera, fue el Vasco [Rodolfo] Arruabarrena. Yo tenía dieciséis años recién cumplidos y ya me dio la chance de subir para hacer una pretemporada, fue increíble. Estuve esos seis meses inolvidables, entrenaba con el primer equipo y jugaba con la reserva. Voy a estar eternamente agradecido al Vasco que me dio la chance de ponerme en los titulares y ganarme un puesto, a los diecisiete años.

 

Después llegó el Mellizo Guillermo Barros Schelotto. Tuviste que pelearla. Hubo muchos que criticaron tu poca experiencia…

Es cierto, tenía diecisiete años. Pero si me daban la oportunidad era porque me la había ganado.

 

Él te bancó, pero trascendió que te pidió mejorar algunas cosas ¿Qué fue lo primero que te dijo?

Es verdad. Me llamó en una práctica y hablamos mucho. Me dijo que tenía que mejorar en algunos aspectos y me lo trabajó, lo mejoré y cumplí. Control dirigido, entrega rápida, recuperación postpérdida, cosas tácticas. El Mellizo me bancó de una manera impresionante y llegué a tener mi puesto de titular y de jugar casi todo el campeonato argentino, que no es fácil y menos a los 18 años.

 

Si tenés que elegir un momento en Boca, ¿con cuál te quedás?

Es difícil…

 

Un gol, un título, una charla, una imagen…

Y bueno, sin duda el gol a River.

 

¿El de cabeza?

Sí. Porque, imaginate, fue el segundo partido desde que había debutado en Boca y me toca entrar y hacer el gol del 5-0. Fue tremendo, histórico.

 

¿Recordás el gol?

¡Claro! Fue un gol lindo, por la derecha entraba Calleri y metió un centro al punto penal. Le gané el salto a los centrales. Metí el cabezazo al palo derecho y Barovero quedó parado. Fue un gol lindo. Bien técnico. Pero me lo quedo porque fue contra River, ellos terminaron con ocho jugadores y nosotros jugamos increíble. Ellos pasaron vergüenza. Fue un gran regalo para la hinchada que nos venía bancando en un año en que nos costó todo.

 

Imagino que hay más recuerdos.

Todo el mundo Boca es tremendo. La hinchada, la Bombonera, los compañeros, el camarín, la historia, la camiseta. Todo es muy emotivo. Es un equipo, una institución muy grande. Me quedo con muchas cosas más, los torneos que me tocó ganar, el grupo humano que había en el club, con la gente que me tocó jugar, los técnicos, la verdad que me llevo muchos amigos para la vida.

 

¿Qué compañero te marcó?

Como en todos los planteles de Boca siempre hubo jugadores de carácter, estaba el Cata Díaz, Gago, Orión, Erbes, Benedetto, Burdisso, no era fácil llegar siendo un pibe e imponerte. Había que respetar y demostrar jugando.

 

¡Esos pegaban!

Sí [risas]. Claro, cada uno se jugaba su nombre. Metían como locos. Pero está bien, tiene que ser así, esto es fútbol. Después conocerlos como personas fue espectacular. Enseguida que me subieron muchos se me acercaron para saber cómo estaba, qué necesitaba, un mate, una charla, un asado. Esa convivencia me ayudó para lograr buenos momentos y superar otros en los que sufrí mucho.

 

Esos son los que más te enseñan ¿Con qué momento sufriste?

Cuando me pasó lo de San Lorenzo. Sufrí mucho.

 

Cuando metiste el pase atrás y resultó en gol.

Sí, me quería matar.

 

La imagen es muy cruda, se te ve a vos llorando en el camino a los vestuarios. Las críticas de los medios fueron muy duras. Muchos te querían fuera de Boca…

Y tenían razón. Fue un error grosero. Lo asumí totalmente así. Si me podía enterrar por ahí, me enterraba solo. En el fútbol y en la vida hay que ser autocríticos. Fue mi culpa. Dejar al equipo así, el partido se terminaba y perdimos por mi culpa. Los medios hacen su trabajo y fue mi error, un desastre.

 

¿Cómo diste vuelta la página?

Con huevos. Levantar la cabeza y seguir para adelante, no hay otro camino. Si no, habría fracasado, y estoy aquí. Recuerdo que al terminar el partido me escribió todo el mundo. Me llamó Carlos Sánchez que estaba en River y en la Selección, también Lodeiro. Luego compañeros, como el Cata Díaz, me abrazaron y cuando llegué llorando al vestuario me dijeron “tranquilo, pibe, no pasa nada, está todo bien”. Eso me ayudó un montón. Lo máximo fue al otro partido, era el clásico. Y el Vasco tuvo la confianza de ponerme de titular. Ganamos 1-0, San Lorenzo perdió y volvimos a estar en la punta.

 

Se arregló todo…

Sí [risas]. Ahora me río, pero en ese momento lloré y la vi fea. Pero esto es así, de dulce y agraz. Ese momento me lo guardo como el mayor aprendizaje de vida que tuve en el fútbol.

 

¿Pasar por Boca antes de venir a Europa te dio un salto necesario?

No sé si necesario, porque está en la personalidad de cada uno, pero sí te ayuda un montón. Muchos compatriotas se van directo desde Uruguay a Europa y por ahí les cuesta adaptarse y fracasan. Está bueno pasar por Argentina, Brasil o México quizás, porque vas quemando etapas, tuve la suerte de pasar por la mejor escuela, que fue Boca. No hubiese sido lo mismo venir acá directamente desde Uruguay. Si te toca venir de un cuadro chico de Uruguay a Europa, es más jodido. Imaginate, tuve más de ochenta partidos en Boca antes de venir a la Juve, eso me curtió. Pero todo es trabajo y constancia. Cuando vine a Italia noté que me faltaba mucho trabajo.

 

¿Qué sentiste que te faltaba?

La velocidad. Acá se juega a otro ritmo, un nivel altísimo. Me sentí más atrás que el resto. Me puse a laburar en eso como loco, para mejorar y estar a la par. El club me ayudó, además me traje un profe personal para trabajar todo lo físico en casa, ellos me pusieron a punto para rendir al máximo.

 

¿En qué momento sentiste que estabas un peldaño abajo?

Lo sentí en los primeros entrenamientos. Ahora estoy más adaptado. Pero al inicio me costaba mucho la velocidad, la fuerza, el arranque, usar el cuerpo, los cambios de ritmo. Recuerdo que en la primera semana fui mano a mano contra Asamoah…

 

Es fuerte el ghanés…

Tal cual, es muy fuerte. Imaginate ¡Me chocó y volé tres metros! Y ahí dije, no, no puede ser, tengo que trabajar mucho.

 

Ese fue el golpe, literal y metafórico, que te hizo mejorar…

Totalmente. Le metí laburo a tope. No he parado. Y me siento mejor día a día. Si no hubiese tenido esas experiencias no habría mejorado en lo que me faltaba y no estaría jugando como lo estoy haciendo ahora.

 

¿Qué evaluación hacés de tus partidos con la Selección?

Muy positivo. De cuatro partidos, haber jugado tres de titular y otro casi treinta minutos, me deja muy conforme. Estoy súper contento, pero tengo que ser sincero, no se hace fácil vestir la Celeste en la adulta por primera vez, es una obligación muy grande. Lo trato de disfrutar mucho. Cuando me tocó ir a la Eliminatoria tuvimos una presión extra, porque sabíamos que teníamos un paso adentro, pero no había que relajarse. Mi evaluación es muy buena, es obvio que el Maestro [Tabárez] aún está haciendo cambios en cuanto al funcionamiento y la llegada de jugadores nuevos como yo. Pero es normal, como en toda etapa de cambios. Espero seguir yendo, vamos a tratar de seguir laburando para estar siempre.

 

¿Te ves en Rusia?

No lo sé… Sólo quiero disfrutar el momento. Si en marzo me toca estar en la China Cup bienvenido sea. Pero yo quiero disfrutar el momento y sumar. Si me toca ir al Mundial iré y si no, tengo mucho tiempo todavía para poder ir a otro mundial.

 

Te lo pregunto de otra forma, ¿llegar a la Juventus te da ventaja sobre otros para ir al Mundial?

Bueno, creo que sí. También llegar acá me dio la visibilidad para ser llamado a la Selección mayor.

 

Te dio un empujón.

Claro, porque si bien es cierto que estuve en selecciones juveniles, estar en la Juve ahora me da esa experiencia internacional que se necesita para defender a tu país. Las selecciones más importantes tienen a sus jugadores en los grandes equipos y eso es fundamental para tener un nivel competitivo. Es un plus estar jugando acá. Es como decir “tienen a un jugador en la Juventus y estaría bueno que lo lleven”. Pero la oportunidad yo la estaba esperando hace tiempo. Si se daba bien y si no, estando en aquella lista de reservados ya estaba loco de la vida.

 

¿Cómo te enteraste?

Primero llamaron desde la Selección al club, pidiendo mi número. Luego, cuando el coordinador de acá me avisó, me puse muy feliz, es una sensación indescriptible defender a Uruguay, algo que siempre soñé. Al otro día me llamaron avisándome que estaba en la lista de reservados y que luego avisarían la nómina definitiva. Yo ya estando en la reserva era capaz de cualquier cosa, una locura, fue una tremenda alegría.

 

¿Merecía Uruguay estar en el Mundial?

Creo que sí. No sé si a nivel futbolístico somos los mejores, pero sabemos la calidad de jugadores que tenemos. Con el recambio se está viendo una mejora que a Uruguay se le pedía, tratar mejor la pelota. Y lo hicimos. Pero falta mejorar muchas otras cosas que es obvio que falten cuando un equipo se renueva, aunque tenemos tiempo.

 

¿Cómo fue el encuentro con Suárez cuando enfrentaste al Barcelona en la Champions?

Antes de que empezara el partido se acercó y estuvimos diez minutos hablando, me preguntó cómo andaba, cómo me sentía. Ahí se ve la calidad de persona que es. Imaginate, hace tres meses lo estaba viendo por la tele y ahora puedo compartir con él, en el vestuario y en contra, es impresionante.

 

¿Qué jugador de la Celeste admiraste?

Siempre me gustó Forlán. La calidad, el trato con la pelota, el manejo con las dos piernas, es único. Marcó una época en la Selección, siempre me vi representado en Forlán.

 

¿Y de otras partes del mundo?

Estando en Boca, miré mucho a Gago, Riquelme, ambos por su clase y lo que significan en Boca. De Europa siempre miré mucho a Gerrard y Lampard, en sus etapas en Liverpool y Chelsea, ambos son emblemas. En mitad de cancha hoy Pjanic es tremendo por el recorrido que hace. Y en los dos partidos que me ha tocado jugar contra el Barcelona, Sergio Busquets es impresionante, el toque, la marca, el pase, la capacidad de resolver problemas.

 

Pjanic hoy es tu compañero en el vestuario…

¡Imaginate! Lo veía por la tele y hoy puedo aprender de él en vivo y en directo. De Pjanic miro mucho el posicionamiento, siempre está con un paso adelantado, ve la jugada antes que el resto, vive en el futuro uno o dos segundos antes. Estar bien colocado, te da la chance de, por ejemplo Pjanic, con un toque deja solo al Pipa (Higuaín) muchas veces. Ayer miraba a Busquets e Iniesta, con una sola recepción o control dirigido ya salen jugando. Son tipos clase A.

 

Seguro que ya te nombraron a Fabián O’Neill, Martín Cáceres, Paolo Montero, Marcelo Zalayeta, Daniel Fonseca… Cada uno dejó su huella. ¿Qué huella querés dejar vos?

Los uruguayos tenemos mucha historia aquí. Lo tomo como una linda experiencia y que nuestros compatriotas han hecho un buen papel aquí y eso me da gran motivación para poner mi sello propio y lograr mis objetivos.

 

¿Qué opinás de la renovación de Tabárez?

Es una gran oportunidad. Como toda Selección todos están en períodos de cambios. A Uruguay le llegó la hora de esos cambios. Como Fede Valverde y yo que venimos de hacer un campañón con la Sub 20, que fue un éxito. El Maestro está buscando eso, cambiar un poco el juego y es un honor que haya recurrido a nosotros para esos cambios y vamos a tratar de hacer lo mejor posible para lograr el objetivo que es hacer un buen Mundial.

 

¿Cómo ves a Uruguay en el Mundial?

Nos veo bien. Tenemos grandes jugadores. Por ahí falta encontrar el funcionamiento y la forma de jugar definitiva, pero nos veo muy bien. Sabemos que le vamos a dar pelea a todos, como siempre. Tenemos tiempo para trabajar y con el grupo humano que tenemos, hay para mucho.

 

¿Tenés candidatos?

Brasil, España y Francia. Esos son mis candidatos. Brasil está jugando increíble, España hace un fútbol muy vistoso y Francia tiene un plantel muy fuerte. También agrego a Alemania que son los campeones vigentes.

 

¿Qué te pide Tabárez en lo técnico, táctico y futbolístico?

Me dice que nos juntemos en el medio con los que estén. Por ejemplo cuando estuve me pidió que nos juntáramos en el medio con Matías Vecino, Fede Valverde y le simplifiquemos las cosas al que esté con la responsabilidad de ser el enganche, la salida en su momento, por ejemplo Giorgian de Arrascaeta o al que le toque. Y que tratemos de llegar mucho con ese pase entre líneas, que hicimos bien contra Bolivia. También me dice que llegue al área, que le pegue al arco, que probemos.

 

¿De qué cuadro sos hincha?

De Peñarol, de toda la vida.

 

¿Te ves jugando ahí?

Siempre hay que pegar la vuelta. Aún soy joven. Pero me gustaría en algún momento jugar en Peñarol. Siempre fui hincha, toda mi familia, pero pensando en un futuro lejano siempre lo tuve en mente. Fui, soy y seré de Peñarol.




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