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Hincha se hace, por Martín Monroy




El Albion, El Deivy y su nuevo amor

 

Todos tenemos alguien que nos lleva por primera vez a una cancha de fútbol. Hay momentos en que no sabemos por qué pero los recordamos siempre. Esas primeras veces no entendemos nada, tenemos una edad en que no importa dónde estamos, todo nos asombra: la gente, el color, los lugares, todo. Somos impresionables, tenemos la inocencia a flor de piel, nos dicen y es, nos cuentan algo y no dudamos.

A medida que vamos creciendo se nos va curtiendo la piel, empezamos a elegir, hasta que llega ese momento en que nos hacemos hinchas porque hincha se hace, no se nace. No nacemos sabiendo, por suerte tenemos que recorrer el camino para elegir; hay opiniones y gustos que influyen en nosotros, pero hay un momento en que nos toca elegir y lo hacemos siendo sinceros con nuestra cabeza y, sobre todo, con nuestro corazón: ahí es cuando entra El Deivy en escena, el único hincha oficial de Albion, el decano del fútbol uruguayo.

Contextualicemos. Actualmente el decano se encuentra en la Segunda División –mal llamada profesional– de nuestro viejo y querido fútbol uruguayo. Luego de navegar por los mares de la Segunda B Amateur (la vieja C, o la intermedia) por unos 126 años, logró el campeonato en 2017 y por ende el ascenso a la Segunda División. Vale la pena remarcar que solo asciende un equipo por temporada. Cada partido de Albion, no importa el lugar ni la hora, más allá de algún familiar nómade, esos que siguen al pariente y la camiseta que vista de momento a donde sea, en la tribuna que le toque, va a estar El Deivy, un tipo que vive por y para el decano, en el acierto o en el error del grito, en la victoria o en la derrota o en el empate, el tipo va, con su vestimenta, sus papeles, su camiseta, su corneta –la cual no es muy querida por las hinchadas rivales– y su infaltable bandera.

El tipo no persigue sueños de campeonatos, sabe que Albion es más que un título, aunque si vienen, bienvenidos sean. Ver al decano para El Deivyes verse a sí mismo. Le encantaría jugar pero no todos pueden entrar en el rectángulo de pasto o tierra, aunque todos quieran y parezca fácil desde la tribuna.

Retrocedamos un poco: para que El Deivyvaya cada fin de semana a la cancha, tuvo que haber un momento de decisión, un momento de elección, es tan difícil que casi nadie lo hace, ver religiosamente al decano. El momento de decisión de El Deivy fue hace un tiempo, solo, así como se lo ve en la tribuna, pero en la cancha de la vida, cansado de tanta hipocresía de este mundo futbolero, cansado de mentiras, de falsas expectativas, como quien deja un amor de años, capaz el amor de su vida, dejó de ser hincha de Nacional. Con el dolor en el pecho del duelo pero con la valentía de tomar la decisión. Es que así no podía seguir, tenía que volver a encontrar el motivo para pensar cada día de la semana en el partido del domingo. Salió humo blanco, su nuevo cuadro, su nueva novia, su nuevo amor era Albion, con destellos y alguna cosa asociada a su viejo amor pero renovando sentimientos, renovando pensamientos.

Fin de semana a fin de semana hay un ritual: ver al decano en la cancha, llegar y que lo saluden. La cancha es el lugar en el cual la gente sabe quién es, los jugadores, el presidente, los dirigentes saben, saben donde se ubica, donde planta su bandera para ver el calentamiento de los goleros. La gente conoce el tono de su voz. Se calienta como cualquiera, a veces grita acertado, otras se deja llevar por el humano auténtico que cree en algo y va y va, porque nadie le puede sacar su ritual. Habla con los jugadores, se pronuncia ante medidas injustas, vive, lo vive, cada día de su vida. Un día decidió y su corazón le dijo que era con Albion. Hasta el día de hoy sin importar las circunstancias, ese amor sigue intacto, con idas y vueltas como cada relación pero la fidelidad no está en cuestión.

Si lo ven en el próximo partido de Albion, por favor, mándenle un saludo de mi parte.

 




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