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El único hincha del primer equipo, por Agustín Lucas.




DEIVY MARCEL MORILLAS

Y SU AMOR INCONDICIONAL POR EL ALBION

 

Albion es el equipo más viejo de Uruguay, no hay discusiones posibles sobre la cuestión siempre latente del decanato que ostentan los grandes de nuestro país. El único decano es el viejo Albion que en junio de 2019 cumple 129 años de historia. Otro es el cuento del Curcc, que en algún momento de la historia fue Peñarol, y del Club Nacional de Football, nacido por la escisión de dos futbolistas de Albion que fundaron el club albo: los hermanos Céspedes.

 

Según Deivy Morillas, también el bohemio del Prado, el viejo Montevideo Wanderers, nació por una lucha entre clases internas de los futbolistas fundadores del pionero; estaban los cajetillas del colegio inglés y los bohemios laburantes criollos que dieron origen al club albinegro. “Muchos de los padres que fueron conmigo a la cancha en 2017, el año del ascenso, se terminaron yendo porque sus hijos no siguieron. Mirkon Rodríguez, por ejemplo, el padre de Maxi, que me aguantó todo el año, hasta al interior fuimos juntos. Cambió mucho del amateurismo al profesionalismo, yo sigo alentando al Albion pero se tocan otras cosas ahora, y si sos padre de un jugador de fútbol viste cómo es, vas a ver al cuadro pero tu hijo no juega más, entonces es bravo. Yo soy el único hincha. Es la historia del cuadro desde que empezó, eran unos estudiantes, algunos con la nariz parada de un tal colegio inglés y otros no tanto, y siempre hubo diferencias entre unos y otros. Entonces los bohemios, los vagabundos, se fueron y fundaron Wanderers. También se fueron los hermanos Céspedes y fundaron Nacional. El decano es Albion por donde se lo mire, pero nos fuimos desmantelando. Y nunca se generaron hinchas. No hay hinchas, solo yo. Albion es el primer club de Uruguay, el primero en tener estadio propio, el primero que jugó un partido internacional contra los Lobos y contra Belgrano en Argentina. Fue la primera camiseta uruguaya porque todavía no había camiseta celeste y entonces se usaba la de Albion. Además fundó la Asociación Uruguaya de Fútbol. También fue uno de los primeros clubes en desaparecer”.

Deivy Morillas es el único hincha del Albion, un club históricamente ligado a la dificultad de generar hinchada. Al principio por ser el verdadero primer club absolutamente criollo, luego por la escisión de futbolistas cansados del derrotero inacabado, que dieron pie a la primera desaparición. Como los ingleses dominaban la materia, el Albion llegó a sus primeros diez años sin mayores albores, cascoteado por la época, pero con la virtud de haber sido el pionero de los fundadores de la Asociación Uruguaya de Fútbol. A partir de ese momento la vida del club azul y rojo ha sido un ida y vuelta entre la nada y el todo, entre existir y no existir, y sentenciar la vieja C como su hábitat natural hasta diciembre de 2017: “Hasta 2006 fui de Nacional, es larga la historia, era hincha de Nacional porque me hicieron cuando era chico. Por un problema familiar dije: el fútbol no va más. No fui más de Nacional, los jugadores no duraban ni cinco días. Se rompió lo familiar entonces también se rompió el fútbol. Ahí me hice hincha del Albion. Trabajar en la noche es muy solitario, entonces yo necesitaba un cuadro para ser solitario, para estar solo. Disfruto estar solo. He estado trabajando en garitas en el medio del campo sin electricidad ni nada, mejor ni hablar. Hace años que laburo así. Me dieron el teléfono de la casa de los Chainca, fueron pasando los días hasta que llamé al número de Pocitos que me habían dado. Me atendió una veterana que era la madre de ellos que habían sido los últimos dirigentes antes de Leo [Leonardo Blanco]. Le pregunté cuánto me podía costar una camiseta y la vieja se reía. Estuvimos hablando como 45 minutos. En esa época empecé a trabajar en seguridad y me enteraba por la radio de que el Albion perdía 15-0 con Basáñez, 9-0 con Uruguay Montevideo. Cuando tuve licencia en el laburo dije ‘si nos vapulean así yo quiero saber qué pasa’. Agarré mi camarita de cinco megapíxeles y fui. El primer partido que vi de Albion fue con Uruguay Montevideo. Entré a la cancha y había un veterano con un gorrito pescador, dos muchachas y dos muchachos tomando mate, y yo. Será la tribuna del Albion, pensé. Cuando entraron los jugadores empecé a gritar como un descosido ‘Vamo el Albionvamo! ¡Y dale Albionnomá!’. Los jugadores me miraban, ahí me di cuenta de que era el único que gritaba. No había nadie, la gente es así, no hay uno que pegue un grito. Van como obligados, se creen que como están los asientos uno tiene que sentarse. Les queda el culo aplastado mirando el partido, no le gritan a un jugador, nada, nada. Terminó 0-0 el partido y sentí que algo estaba pasando. El segundo partido fue en el Suero, contra Basáñez. Yo sabía muy poco de fútbol. Cuando llegué vi la tribuna vacía y me fui para una punta, solo como siempre. Empezó el partido y lo mismo, me puse a gritar ‘¡vamo el Albion!’ y de repente vi venir como cuarenta de la hinchada de Basáñez. Empezaron a colgar los trapos rojos y negros, y sentí esa rebeldía por mi cuadro, que siempre dijeron que es un cuadro bolso, pero Nacional nunca lo financió al Albion, sentí eso de ser chiquitito así [hace el gesto con la mano]. Veía a Basáñez, su gente, su todo, y yo meta gritarle a los jugadores ‘¡agarren el medio, agarren el medio, tomen las marcas!’. Se me arrimaron los de la hinchada de Basáñez diciéndome ‘bo, no le faltes el respeto a la gente de Basáñez’. Yo les dije ‘ah, no sabía que no se podía gritar’. Me tuve que aguantar, ganaba Basáñez 1-0. Encima empatamos y le metimos el 2-1. No pude gritar el segundo. ¿Sabés cómo me miraba la hinchada de Basáñez? Éramos un cuentito para ellos y de repente le ganamos 2-1 y conmigo ahí. En el tercer partido en el Suero también con Colón hablé con Juan [Álvarez], dirigente de Albion, porque hacía varios partidos que veían a un loco que gritaba solo ahí en la punta. Me preguntó si no quería ir con la gente de Albion pero yo prefería quedarme ahí donde estaba”.

El popular Deivy nació hincha de Nacional; al Albion siempre lo vincularon con el club de La Blanqueada con cancha en la vieja Quinta de la Paraguaya, pero en realidad nunca hubo un vínculo real financiero, económico o de dependencia. Albion creció como pudo en paralelo. Deivy también. Por un problema familiar encontró en la soledad su lugar y quiso ser solitario, entonces buscó un club donde poder ser solitario, colgar su bandera, sonar la corneta, avisar que no hay que perder el medio nunca.

“Un partido nos tocó con Alto Perú en cancha de Basáñez, ellos jugaron con chalecos fluorescentes porque no tenían camiseta. En los noventa minutos íbamos 0-0 y nos quedábamos afuera de la liguilla y el Felo [Felipe] Laurino mete el gol en la hora. ¿Sabés cómo me puse? En la última pelota. Entramos a la liguilla, pero perdimos los dos primeros partidos. Cuando le ganamos a Oriental de La Paz filmé mi primer video con la porquería de cinco megapíxeles. Pero después no pudimos, quedamos segundos. En 2015 hice una bandera de agradecimiento por esa alegría. En las canchas de la C no había una puta bandera, salvo Basáñez y de repente Platense, pero nada más. Las tribunas son frías, sin banderas, sin cornetas, sin nada. En 2016 no hubo fútbol y en 2017 logramos el ascenso. Estuve un año escuchando la radio a ver cómo se armaban los equipos. No fui a ninguna otra cancha, solo pago los ochenta pesos para ver a Albion”.

El año 2017 encontró al veterano Albion 127 años después de la gesta fundacional hecha por estudiantes a quienes un viejo profesor les había enseñado las reglas del fútbol asociación, incluso ese fue el primer nombre del antiguo club. El club FootballAsociation con una estrella roja sobre el fondo blanco de camisetas, short y medias, pasó a llamarse Albion debido a la primera nomenclatura de Gran Bretaña: la Albion. Y adoptó sus colores.

“Debería haber algo más social del club, que se abra, que tenga una sede, volver al Parque Falco que es la cancha del cuadro, al lado de la de Huracán Buceo. Para 2017 nos agarramos cada mojadura... me acuerdo con Potencia en el Parque Salus que ganamos 1-0, era un barrial. Jugamos nueve partidos ahí. Fue increíble, salimos de la nada, de un partido con tres hinchas a ganar la final en el Estadio Centenario. Yo llevaba papelitos, bengalas de humo, corneta, llevaba todo. Al Estadio fui con mi viejo, a varios partidos fue mi viejo. Nos ubicamos en la parte baja del segundo anillo. Parecía un club de verdad. Y yo gritando como un descosido”. En la actualidad el club milita su segundo año en el profesionalismo. Deivy sigue colgando su bandera. Sonando su corneta. Quemando bengalas, armando el medio, avivando a las marcas en el córner. Se jacta de ser el único y cualquiera que lea estas líneas y se anime puede corroborarlo con sus propios ojos, registrarlo como con una camarita de cinco megapíxeles y gozar de la soledad de un hincha en un libro de historia color pasto que se plasma en el semblante de once jugadores contemporáneos y de turno: “En 2018 tuvimos tres partidos a puertas cerradas por un lío con Uruguay Montevideo el año anterior. Llegó el profesionalismo, el nuevo sistema, y en una cancha me dijeron que la bandera era muy grande. Fui un rebelde sin causa, sin quererlo, les decía ‘¿ustedes no vieron el partido de la mañana que jugó Oriental en la cancha de Progreso? ¿No vieron la bandera que tenía como veinte metros?’. Ahí me enteré de que depende del dispositivo de seguridad, depende de la onda del policía. En la cancha de Central no me dejaban entrar y los de Central tiraban el bolso por arriba del muro y tenían tremendas banderas. Al final me la dejaron entrar pero me la pisotearon toda. Cuando llegó el partido para la televisión llevé todo el arsenal, bengalas de humo, papel picado, corneta y a mi viejo. Yo no sabía que no se podía prender bengalas. Me compré como cinco bengalas y preparé la logística. Ese día Albion salió con la bandera de Palestina porque había muerto un futbolista palestino. Prendí todas las bengalas a la vez y se llenó todo de humo. De repente no se veía un carajo y cuando quisimos acordar el juez lo quería suspender. Empezó el partido y vino uno de la AUF a decirnos que iban a multar al club por las bengalas. Diez minutos después dos policías aparecieron diciendo que al veedor o a alguien de traje no le gustaba lo que habíamos hecho. Nos pidieron documentos, les pregunté cuántos policías eran. Cuando me dijo que eran ellos dos le dije que eran demasiados para nuestra hinchada. Albion precisa de todo, precisa cancha, precisa plata, precisa de todo, menos hinchada. Hinchada no precisa porque me tiene a mí”.

 

 

 




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